Antonio J. González Guerra,(1962). Las Palmas de Gran Canaria.Lcdo. en Derecho, UAB. Abogado desde 1986. Máster en Derechos Fundamentales.Investigador y autor de artículos y obras sobre Derechos Fundamentales.
La Ley Orgánica de la Libertad Religiosa, (1980), nació para atender intereses políticos,anteriores a la Constitución.La permanencia de esta ley se ha podido amparar en un pacto de estado, y desde luego en una política muy bien trazadacon carácter transversal, pero no en razones sociológicas, ni jurídicas. Tampoco parece muy constitucional el art.-16 CE, ni parte del 27 CE, de la que nace esta ley orgánica, para armar el modelo “aconfesional católico”.Más adelante vendrán los Convenios de Cooperación de 1992, que vienen a calmar y acallar demandas de “pluralidad” y a extender la política del “laicismo positivo”.
Han pasado 40 años, y lamentablemente ha quedado sin desarrollo el derecho individual a la Libertad de Pensamiento, de credo y culto, núcleo de la dignidad humana, y derecho fundamental, eliminando además el derecho a la participación democrática plural, e inclusiva en todos los ámbitos de sus titulares.Ello, a pesar que debía aplicarse por el art.-10.2 CE, y por los Pactos Internacionales de Derechos suscritos por España.
¿Hoy es posible una nueva concepción de libertad individual, y de asociación, concapacidad de organización democrática?. Desde luego que sería útil, para la sociedad y el Estado. Debe haber emprendimiento de los sectores científicos, culturales, filosóficos, políticos, religiosos y legislativospara crear y adaptarse a los derechos humanos y Derechos Civiles Universales con visión de futuro, y por supuesto para el siglo XXI.
Basada esta investigación en un método histórico, en la reflexión, el análisis sociológico, filosófico, y jurídico y con una perspectiva constructiva, se resalta en esta obra que es necesario un espacio para el diálogo y el consenso, sin condicionantes, que sepa apoyarse en el respeto y la Paz. No se busca una sociedad en conflicto, se proyecta la unión, basada en la tolerancia, el respeto y en la ganancia del ser humano, cuerpo global, intelectual y espiritual que anhela y merece la felicidad.
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